Si Cenicienta hubiera sido una chica del 2000, su camino a la felicidad seguramente hubiera sido diferente. En lugar de fregar pisos estaría buscando trabajos para sobrevivir y no le pediría al hada ni vestido, ni carroza, sino tiempo y la posibilidad de poder hacer lo que le gusta en la vida. Tampoco se quedaría esperando que el príncipe viniera a rescatarla, sino que saldría a buscarlo por sí misma y entonces veríamos quién rescataría a quien...Esta es la historia de Flor que como cualquier chica de 20 años tiene un montón de sueños por cumplir y una realidad que se empeña en alejarla cada vez más de ellos. Su madre ha muerto y ella crece sola, desconociendo su verdadera identidad y creyendo que Fazzarino, un humilde marino y esposo de su madre, lanzado a la mar desde que esta murió, es su verdadero padre.
Un día Flor es desalojada de la pensión en donde vive y debe encontrar con urgencia un techo.
Si los cuentos fueran como la vida este es el momento en que Cenicienta va al palacio y participa del baile que le cambiará la vida... Pero Flor llega a la casa de los Fritzenwalden, que si bien no es un palacio podría serlo y allí, en lugar del baile, lo que encuentra es un trabajo de asistente de la institutriz que cambiará su vida para siempre.
Los Fritzenwalden, son 6 hermanos que han perdido a sus padres y quedan a cargo de Federico, el hermano mayor. Flor se convierte en Floricienta para ellos y termina siendo la única persona capaz de sacar de ellos lo mejor. Así como el príncipe de Cenicienta alguna vez encontró el zapatito que le devolvió la felicidad, estos chicos encontrarán en Flor alguien que les devolverá la alegría.
Pero las cosas se complican porque Malala, madrina de Federico y viuda de Santillán descubre a su muerte que su difunto marido ha dejado como heredera mayoritaria a Flor. Entonces Malala junto a sus dos hijas casaderas, decide destruirla y casar cuanto antes a la mayor de sus hijas con Federico y recuperar y acrecentar la herencia. .
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